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viernes, 3 de marzo de 2017

SECTAS

CONOCIENDO A LOS ADVENTISTAS

Historia

Su punto de partida lo constituyen las interpretaciones especiales de William Miller en relación con Daniel 8,14; basándose en las cuales profetizó el Fin del Mundo para el año 1843. Al sobrevenir el fracaso, Miller anunció el Fin del Mundo para el 21 de marzo de 1844, el 18 de abril de 1844 y el 22 de octubre de 1844 (Francis D. Nichol, The Midnight Cry, pp. 457 y ss).
Paradójicamente este último fracaso proporcionaría a la secta uno de los puntales de su teología. El 23 de octubre de 1844, uno de los adeptos, llamado Hiram Edson, comunicó que había experimentado una visión en la que había experimentado una visión en la que había contemplado cómo Cristo llegaba hasta un altar en el cielo.
De esto se dedujo que Miller no se había equivocado en cuanto a la fecha, sino que sólo había errado en el lugar hacia el que se dirigiría Cristo. Posteriormente el Fin del Mundo volvería a ser anunciado por la secta en repetidas ocasiones entre ellas 1854 y 1873.
El personaje central en la historia de la secta lo constituye Ellen G. White, cuyos escritos son considerados por la jerarquía y los adeptos de los Adventistas de Séptimo Día tan inspirados por Dios como la Biblia, una de las características obvias de las sectas (en el mismo sentido, M. Guerra Gómez, Los NMR, p. 64).
El exhaustivo análisis del Dr. Ronald Numbers (Prophetess of Health, Knoxville, 1992, pp. 202 ss) obliga a aceptar que la señora White sufría de una evidente falta de salud moral y mental, un extremo que ya había sido señalado por autores como Walter Rea (La mentira White, Zaragoza, 1988) y C. Vidal (El infierno de las sectas, Bilbao, 1989), lo que no impidió su papel decisivo en la configuración final de esta secta.
De ella procede, sustancialmente, el armazón doctrinal del adventismo: negación de la inmortalidad del alma, calificación de la Iglesia Católica como la Gran Ramera del Apocalipsis a la vez que las iglesias protestantes son las hijas de la Ramera (E. White, El conflicto de los siglos, pp. 433 y 434), imposición de un sistema de alimentación pseudo-levítico, creencia en tesis anticientíficas como el vitalismo, vegetarianismo a ultranza de los dirigentes, consideración del domingo como la marca de la Bestia debiendo ser el día de descanso el sábado, obtención de repetidas sumas de dinero de los adeptos, etc.
En los últimos años la secta se ha encontrado en una situación difícil en repetidas ocasiones como consecuencia de informaciones publicadas sobre ella (Dr. Numbers, W. Rea, Informes IJZYS, Libertad sobre las sectas en España, Pilar Salarrullana, etc.) y de escándalos financieros que presuntamente salpicaban a buen número de sus más altos dirigentes (Asunto Davenport).
Doctrina:
El especial interés de esta secta y su astucia a la hora de infiltrarse en ambientes evangélicos ha causado el que algunos hayan caído en el error de considerarla una iglesia Cristiana más. No sólo es que el adventismo por definición es medular a la mayoría de las sectas sino que la ideología adventista está sectariamente viciada en la práctica totalidad de sus apartados. Así, su cristología, aunque reconoce la divinidad de Cristo, sostiene que Cristo es también el Arcángel San Miguel, tesis que de ellos han tomado los Testigo de Jehová.
Su escatología niega tanto la inmortalidad del alma como la existencia del infierno y se caracteriza en lo relativo a la Segunda Venida por un anuncio enfermizo de fechas del fin del mundo que se han revelado falsas. Ambas características han sido también tomadas de ellos por los Testigos de Jehová, como reconoció el antiguo dirigente Jehovista Raymond Franz.
 Este mismo autor ha señalado incluso que, salvo la creencia en 1914 como inicio del tiempo del Fin, prácticamente no existe ninguna diferencia esencial entre la teología de los Adventistas del Séptimo Día y la de los Testigos de Jehová.
Por un lado, promete la salvación en base a obedecer ciegamente una serie de consignas judaizantes como el guardar el sábado, seguir una dieta pseudo-levítica, etc. y, por otro, contradice las doctrinas acerca de la expiación defendidas por todos los credos cristianos.
Para los adventistas, Cristo realizó una expiación en varias fases, no teniendo lugar la misma en la cruz sino en el año 1844, año de incumplimiento de una de sus profecías falsas. No debe olvidarse, y en esto como en los otros aspectos los adventistas son abiertamente sectarios, que es dogma de la Iglesia adventista el hecho de que las revelaciones de Ellen G. White son inspiradas por Dios y de la misma autoridad que la Biblia (otra característica indubitable de las sectas), y esto pese a que está fuera de discusión el carácter patéticamente erróneo de las mismas en la mayoría de los casos.
Por último, debe hacerse referencia obligada al siniestro “double talk” o doble sentido que los dirigentes y adeptos de la secta dan a sus expresiones. Así, por citar uno de los ejemplos más significativos, cuando el adepto habla del “don de la profecía” como algo existente en la Iglesia, los cristianos (sobre todo si son de origen carismático) tienden a interpretarlo como una referencia al carisma del Espíritu Santo y el don de  profecía.
En realidad, los adeptos adventistas se están refiriendo a que Ellen White era una profetisa de Dios cuya autoridad es similar a la de las Escrituras. Esta facilidad para crear un efecto falso en sus oyentes.
Esta hipocresía teológica aclara también el que los adventistas deseen ser reconocidos como un grupo protestante más -lo que no son- y participar en organismos ecuménicos, mientras sus publicaciones insisten en que la Iglesia Católica es la Gran Ramera y las iglesias evangélicas, las hijas de la Ramera. Una organización anti-secta de Estados Unidos ha resumido recientemente las notas del carácter sectario del adventismo del séptimo día en base a seis aspectos:
1. Las profecías de Ellen White resultaron falsas.
2. Ellen White enseñó como inspirados por Dios conceptos científicos disparatados e incluso gravemente inmorales.
3. Ellen White enseñó como inspiradas por Dios afirmaciones que se contradicen con la Escritura.
4. Ellen White enseñó como inspiradas por Dios afirmaciones que eran meramente legendarias.

5. Ellen White formuló enseñanzas contradictorias pretendiendo que habían sido inspiradas por Dios.

6. Los escritos que Ellen White presentó como inspirados fueron, en buena medida, plagios y esta realidad es conocida y ocultada por sus dirigentes.
La realidad es que  a medida que pasan los años, el error es mas grande y se   engaña a millones y millones de  personas (aun creyentes) que de buena fe ingresan a sus congregaciones y se hacen miembros sin saber  que tal vez estan perdiendo el tiempo; y lo que es peor arriesgando su vida eterna.

Bendiciones

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